Capitulo 20
Desperté al día siguiente a las once de la mañana, aun pensaba en los recuerdos que tenía en mi mente, parecían un sueño, revisé mi calendario y era el 1 de Noviembre, el día de los Santos. Busqué en mi mesita cosas que me ayudaran a cerciorarme de que no estuve soñando, tomé el diario que me había regalado Sami, y me miré en el espejo, aun tenía puesto el collar que me había dado Cris, el reflejo del espejo esbozó una ancha sonrisa, no podía encontrarme más feliz que ahora.
Que mejor forma de recordarlo que comenzar mi nuevo diario con mi cumpleaños, lo abrí y comencé a escribir cada recuerdo, palabra y sentimiento que había vivido ayer, jamás querría olvidarlos. Cuando terminé hice algunos bosquejos de la llave que tenía en mi notebook, y algunos detalles que me llamaban la atención de mi cofre.
Se oía un gruñido cerca de mí, era mi estomago, tenía hambre. Bajé sonriente a la cocina donde estaría Yess, pero en vez de eso había una nota en la mesa que decía: Buenos días cielo, salí de compras con Verónica y Melisa, llegaré más tarde, preparé comida, solo caliéntala.
Tomé mi comida y la calenté lo más rápido que pude para comer lo más pronto posible, me atraganté al tercer bocado y mastiqué más lento, cuando terminé limpié los platos sucios y un poco la cocina.
Quería darme un buen baño caliente antes de salir, era muy relajante, quería visitar a Sami un rato pero me marearía con tantas preguntas que me haría sobre lo de ayer, y si no iba ella vendría.
Me vestí y bajé a ver un poco de televisión, y escuché un ruidito, estaba encendida, tal vez Yess había llegado.
- Hola mamá.
- Hola hijita –saludó Sami que se levantó del silla.
- No me vas a dejar en paz hasta que yo te cuente.
- Estas en lo correcto –entrecerró los ojos- No me hagas esto, el no me quiso contar nada, y si no me dices tu esto sería una traición.
- Bueno, ya esta… -le hablé todo sobre lo que pasó cuando fui a dar un paseo por el colegio.
- Entonces… mi mejor amiga es novia de mi hermano… ¡Genial!
- ¿No estás molesta?
- ¡Para nada! ¡Todo lo contrario! Ese chico si que se tardó… -masculló lo último al final.
- Creo que no entendí lo último.
- Era muy obvio ¿no? Solo que mi hermano es un cobarde y tú no te dabas cuenta de nada.
- Y… no me digas que Lucas sabe.
- Si lo sabe, ¿Por qué crees que molesta tanto a Cris?
- Ah, entonces por eso era tan molesto.
- Siempre lo ha sido.
- Claro, es un bobo –ambas reímos un buen rato.
- ¿Y no va a cambiar nada?
- Por supuesto que no, siempre serás mi amiga.
- Pero… ¿Tu si lo quieres?
- Si ¿Qué pregunta es esa?
- Es que es mi hermano, y no quiero que salga lastimado en todo esto, ni tu, ni yo –puso una carita tan triste que le partía el corazón a cualquiera.
- Nada va a cambiar. Te lo prometo.
- ¡Así se habla!
Hablamos un buen rato mientras mi amiga veía un canal de moda que estaba en la tele. Se paró de golpe y me abrazó.
- ¡Se me había olvidado! Tengo una tarea que hacer hoy.
- ¿Cuál?
- Llevar a mi hermanito de compras ¿Me lo prestas?
- Creo que esa pregunta se la debes hacer a él.
- ¡Sí! ¡Gracias! ¡Le diré que tu dijiste que si!
- Espera un momento, yo no dije…
- ¡Adiós! ¡Nos veremos! –desapareció antes de que pudiera decir otra palabra más.
Me quedé viendo las caricaturas en la tele un rato mientras me preparé palomitas de maíz, al minuto sonó mi celular.
- ¿Diga?
- ¿Cómo me pudiste dejar que me hicieran semejante tortura? –era Cristian.
- ¡Cris!
- Eres mi novia y dejas que mi propia gemela me maltrate –añadió con tristeza.
- Ella fue la que dijo eso, no yo.
- No me va a dejar en paz.
- Lo dudo mucho.
- No voy a poder estar contigo hoy, a menos que la complazca y me vista como a un payaso.
- A si es Sam.
- Ni me lo digas, ya tengo 17 años conociéndola ¡Tengo que colgar! ¡Ya viene en camino! ¡Adiós! ¡Te quiero!
Antes de que pudiera decir algo escuché una exclamación de Sam en el teléfono, estaba en problemas, me causó mucha gracia eso, al parecer el no disfrutaba ir de compras con Sam al igual que yo, nosotras teníamos los mismos gustos, así que no había problema, pero Sam siempre obligaba a Cris a usar lo que ella quiera.
Me senté en el sofá a ver los dibujos animados, que bajo había caído, no tenía nada interesante que ver, a la media hora sonó el timbre de mi casa, apagué la tele y caminé hacia la sala para abrir la puerta.
- Hola –saludó Cris algo apenado.
- ¿No estabas con Sam?
- Me escapé un rato, era insoportable ¿Quieres salir un rato?
- Claro, aunque Sam te va a buscar hasta el fin del mundo. –el rió de mala gana.
- Exacto, me va a buscar hasta el fin del mundo, pero no me va a encontrar donde vamos a ir.
- ¿A dónde?
- Ya te explico, ¿Puedo pasar?
- Si, adelante.
Entró en la estancia y me tomó de la mano mientras desaparecíamos de mi casa. Abrí los ojos y estábamos en el claro, que refugiaba de luz por todos lados, tan hermoso, como siempre.
- Jamás va a llegar aquí –sonreí ante la idea.
- Me parece perfecto.
- ¿Quieres jugar?
- ¿A qué?
- ¡Cuenta hasta veinte! –me volteé a correr antes de ver si el había comenzado el juego, aunque soltó una carcajada, era más que seguro que empezó a contar.
Mientras corría para esconderme encontré el lugar perfecto, al otro lado del lago, cerca de un gran árbol, esperé a escuchar sus pasos, pero no sonaron, traté de no respirar muy rápido para que no me escuchara. Asomé mi cabeza un poco y no lo vi, salí de mi escondite y empecé a correr otra vez, y me comenzaron a caer unas gotas en la cara, estaba empezando a llover.
Cuando ya había llegado al otro lado del lago, me había jalado por el brazo hacia el.
- ¡No te vi! ¡Es trampa! ¡Me puedes escuchar fácilmente!
- Me gusta jugar fuera de las reglas –me sonrió. Aunque el cielo ya estaba oscureciendo por la lluvia, con esa sonrisa era suficientemente cálida para mí.
- Está lloviendo –voltee hacia arriba y más gotas me cayeron en el rostro, las limpió con su mano y me miró.
- ¿Acaso eso te molesta?
- No –por extraño que resultara no me disgustaba enfermarme por la lluvia solo por estar allí con él.
- A mí tampoco.
Se acercó su rostro para besarme, pero sonó mi celular en ese momento. El no se separó de mi, solo dejó su rostro cerca del mío, tocando su nariz con la mía.
- ¿Hola?
- ¡Christine Brians! ¡Tengo un localizador de llamadas y se donde están! –Sam gritaba molesta.
- ¿De qué estás hablando? –traté de aparentar no saber nada.
- ¡Se que él está allí contigo! Si no viene al centro comercial, iré yo a donde están ustedes –Cristian se rió al escuchar su amenaza, tomó mi teléfono.
- No la molestes por eso, ya voy para allá –le contesto y colgó la llamada de golpe- Parece que no me va a dejar en paz.
- Se va a vengar si no vas para allá.
- Que insoportable es. –solté una carcajada y sonrió- Mejor te dejo en tu casa.
Aparecimos en mi sala y el suspiró, me disgustaba la idea de que ya se fuera pero si no lo hacía, Sam iba a venir a buscarlo por la fuerza.
- Debí apagar el teléfono.
- Ja, ja, ja. No importa, te veo mañana, tal vez mi gemela malvada no me deje salir hoy.
- Eso parece.
- Adiós, te amo –tocó sus labios con los míos.
- También te amo, mejor ve antes de que mi mejor amiga mate a mi novio.
- Eso no lo dudes –carcajeó y desapareció de la estancia.
Tomé ropa seca y me cambié, estaba de lo más aburrida, ¡Había pasado poco tiempo estando con Cris! ¡Primera vez que Sami me estaba frustrando tanto! Di una patadita en el suelo en señal de reproche.
- ¡Es tan injusta! –exclamé.
- ¿Quién es injusta? –preguntó Yess que entraba a la casa en ese momento.
- ¡Sami!
- ¿Por qué? –me preguntó y suspiré.
- Ya sabes la mitad del cuento ¿Verdad?
- Si, lo se, y me di cuenta ayer –me guiñó un ojo como complicidad.
- ¿Nos estabas espiando?
- No, solo escuché a Sami hablando en la sala.
- ¡Mamá!
- ¿Qué?
- Eso no se hace.
- No fue mi intención, solo escuche por accidente.
- Sí, claro… -murmuré.
- ¿Y qué tanto tiene que ver tu amiga con Cris?
- ¡Que lo tiene raptado para ir de compras! –mi madre sonrió.
- Mala suerte cielo, tal vez otro día.
- Cuando no me rapte también a mi…
- No te molestes tanto, lo verás otro día, aunque me agrada mucho ese chico.
- ¿Sí?
- Claro, es muy cortes, y guapo –me guiñó un ojo.
- ¿Has hablado con él?
- Solo un par de veces…
- ¿Sobre qué? –subí una ceja.
- Sobre ti claro, le preocupabas antes, te quiere mucho. Aunque me disgusta un poco.
- ¿Por qué?
- Porque eso significa que ya eres una damita, y estoy envejeciendo.
- No digas eso, tampoco eres una anciana.
- Sí, pero ahora tengo que soportar a un yerno.
- ¡Hey!
- No lo tomes a mal, pero me hace sentir más arrugada.
- ¡Claro que no! Sigues igual de bonita
- Lo heredaste de mi claro.
Ambas reíamos del giro que había dado nuestra conversación, pasamos un buen rato juntas hablando y riendo.
Yess y yo duramos horas viendo televisión, hasta que ella dijo que tenía que hacer un trabajo antes de acostarse, yo subí a mi cuarto a escribir en mi diario el día de hoy, me agradaba la idea de dejar por escrito mi vida, solo que no en manos equivocadas. Cuando terminé comencé a dibujar en mi laptod algunos bosquejos de cosas que había visto en Halloween, me había gustado una de las últimas casas, su fachada era de color gris y era inmensa, cada detalle, cada columna estaban finamente tallados, tenían la decoración del día de brujas, aunque en la oscuridad era tenebrosa.
Terminé de dibujar y me dormí pensando en aquella casa, parecía habitada, porque recordaba haber visto una silueta entre las cortinas de una de las ventanas, no se veía mucho, ya que no estaba iluminada. Olvidé aquella mansión tenebrosa y pude conciliar mejor el sueño, pensando en todo lo que hice hoy, y como siempre aparecía aquel gracioso cosquilleo cuando pensé en la misma persona que lo causaba, Cris…
El domingo fue uno de los más aburridos de mi vida, me levanté justo a tiempo para salir con mi madre a la iglesia, el resto de la tarde y la noche solo vi televisión y hice mis deberes, casi me muero del aburrimiento, si eso era posible.
Todo resultaba de lo más tranquilo en la noche, solo que no podía dormir bien, tal vez por comer azúcar antes de dormir o las ansias de ir a clases mañana, no, era más que seguro la primera opción, lo Lunes en la escuela eran terribles, si no fuera por la presencia de mis amigos ya hubiera enloquecido. Me había comenzado a dar un poco de sueño y traté de cerrar mis ojos para poder dormir.
Al levantarme la mañana siguiente solo percibí ese extraño recuerdo que tenía cuando soñaba algo, pero no lo memoricé mucho, solo vi unas escaleras y un dolor agudo en la cabeza, todo estaba oscuro después de eso.
El día seguía oscuro, era señal de que seguiría lloviendo mucho, así que antes de ir a la escuela me preparé para una tormenta segura, me abrigué lo mejor posible para el frio que haría, y Yess se ofreció para llevarme a clases.
Sami, Cris y Lucas me esperaban en la entrada del colegio, el ultimo soltó una risotada en cuanto me vio, Sam también se unió a sus risas, yo solo bajé la mirada, sabía que la razón de tantas risas era Cris, y yo por supuesto.
- ¿Y te divertiste el fin de semana? –preguntó Lucas aun carcajeando.
- No mucho.
- ¡Si eso ya me lo dijeron!
- ¡Sam!
- ¡No fue mi culpa! ¡El estaba buscando a Cris y yo también!
Entrabamos a la escuela con la mayor pereza posible, Lucas se moría de las risas cada vez que lo miraba, Cris solo sonreía de vez en cuando y le daba manotazos en la cabeza al payaso insoportable, aunque aun así no se callaba, y Sam me contó todo sobre la fiesta del Día de Brujas de la escuela, según lo que había escuchado, este año estuvo aceptable.
Le día mis deberes al profesor para solo recibir más cuando todos terminaran, no nos iban a dejar en paz, son tan insoportables, después de copiar la tarea –o mejor dicho el testamento- que nos dejó la profesora de biología fuimos todos a la cafetería para almorzar pizza, ese día no estaba tan mal, por lo menos la comida no. Tuvimos otro tiempo libre ya que mi profesora de Música no había venido, me alegré solo un poco, ya que era mi materia favorita.
Fuimos al gimnasio a ver a las porristas practicar, solo porque estaba la mascota del equipo, el halcón era muy gracioso, hacia piruetas y saltos para que aplaudiéramos, pero una chica con uniforme de porrista, Regina tenía que ser, lo corrió de la cancha.
Las porristas empezaron a hacer piruetas y pasos sincronizados, eran geniales, pero ya estaban aburriendo un poco, Lucas estaba bostezando bastante para irritar a las porristas, y lo había logrado ya que Regina lanzaba de vez en cuando miradas hostiles en nuestra dirección.
- ¿Saben qué? –comenzó a decir Lucas mientras se acostaba en una de las gradas- Ya me aburrí, vamos a poner más divertido esto… Miren hacia donde esta Regina
Todos miramos a la chica rubia que regañaba a las demás chicas, tenía un charco de agua cerca de ella, y se comenzó a mover poco a poco en su dirección, al parecer nadie se dio cuenta, solo nosotros claro, cuando la chica volteó para iniciar un nuevo baile se resbaló con el agua del piso y cayó sentada en el piso.
Los chicos estallaron en risas, en especial Cris y Lucas, nadie odiaban a Regina mas que ellos, mis pulmones de vez en cuando se quejaban por todo el aire que gastaba soltando las fuertes carcajadas que salían de mi en ese momento.
La capitana del equipo de porristas se levantó a tumbos, tratando de recobrar la compostura, hasta las chicas del equipo se habían burlado de ella.
- ¡Cállense! –chirrió molesta, y nosotros aprovechamos esa distracción para salir corriendo.
- Buen chiste –le dije a Lucas cuando llegamos a los casilleros, busqué mi celular en mi bolsillo y no lo encontraba.
- ¡Oh no! ¡Perdí mi teléfono!
- Seguro se te cayó en la cancha –me aseguró Sam.
- O cerca de allí –dijo Lucas.
- Prefiero comenzarlo a buscar fuera de ese tormento con pompones.
- Yo te acompaño.
- Cris y yo vamos a buscarlo en la cancha, a ver si se resbalan las porristas cuando hagan una pirámide –me guiñó un ojo antes de salir por el otro pasillo con Cris.
- Vamos.
Miraba el suelo por todos lados cerca de Sam buscando mi celular, que mala suerte. Busqué por la entrada de unos de los pasillos, estaba menos iluminado que antes y sentí que alguien me jaló hacia atrás cuando me iba.
- Christine Brians –dijo Regina quien estaba cerca de mí.
- Hola, mucho gusto Regina –le tendí una mano en son de amabilidad.
- No puedo decir lo mismo –cruzó de brazos y me di cuenta que tenía una cosa plateada en las manos.
- ¡Mi teléfono! Gracias por encontrarlo.
- Cuida mas tus cosas, no querrás que alguien encuentre lo que no he deseado por ti.
- ¿A qué te refieres? –dije mientras tomé mi teléfono y lo guardé en lo más seguro del bolsillo de mi chaqueta.
- Sé que solo te he producido antipatía desde que llegaste, lo he notado por tu falta de educación gastándome malas bromas.
- ¿De qué hablas? Yo no te…
- No finjas inocencia, si te he causado antipatía, es lo más normal que tú también me demuestres lo mismo, solo te daré un consejo: Aléjate de mí, no sabes que estás haciendo.
- ¿Pero que te sucede? ¡Yo no te hecho nada!
- Espero que no olvides lo que te acabo de decir, yo no repito dos veces lo que digo, que te quede bien claro –me miró con la peor expresión que pude ver a alguien en sus ojos, de odio, parecían de serpiente, me estremecí.
- Oye no sé quién te crees pero… -salió del pasillo y me dejó hablando sola.
- ¡Christie! ¿Lo hallaste? –era la voz de Sam desde el otro pasillo.
- Eso creo… -murmuré antes de que llegara mi amiga.
Nos sentamos en una banca del colegio y le conté la conversación –si es que se puede llamar así- con Regina, y la amenaza que me dio. A los minutos llegaron Lucas y Cris y les narre lo ocurrido.
- No habla en serio, ella no le hace daño a una mosca con tal de no partirse una uña –farfulló Cris que se sentó a mi lado.
Estaba de lo más aburrida, el día estaba horrible para salir afuera, y no teníamos que hacer, se me ocurrió una pequeña idea en mi cabeza.
- ¿Saben qué? Creo que voy a dar una vuelta a ver si encuentro a la profesora de música.
- Yo voy contigo –dijo Sam cuando yo me pare.
- Ya vuelvo, no hace falta que te pares.
Salí corriendo al salón de música y casi me resbalo con los pasillos encerados, era mejor camina, aunque mi punto era llegar al salón de música, me lo propuse casi involuntariamente, los pasillos estaban solos, y algo oscuros, tal vez era algún problema por la lluvia, aunque sería muy extraño eso.
A la mitad del pasillo escuché pasos y me detuve, oí los chirridos de unos zapatos y giré hacia atrás, no había nadie, ignoré eso y seguí caminando. Subí las primeras escaleras y cuando ya estaba llegando, escuché un susurró entre el viento que me helo la sangre y me puso los pelos de punta:
- Te matare Christine, te juro que lo haré…
Alguien me agarró por detrás y no pude ver nada, todo había oscurecido, y me acordé de aquel sueño que había tenido, cerré los ojos esperando el golpe, y así fue, caí hasta el último escalón y golpee contra una pared, escuché algunos pasos que iban y venían, vi a una silueta en frente de mi antes de caer inconsciente, me dolía todo el cuerpo, quisiera que solo hubiera pasado el dolor como en mi sueño, solo que este no se iría, era real…
xoxo mari R