Capitulo 16
- Síganme chicos –Verónica salió al jardín mientras levitaba unas cuantas rocas y hacía un circulo con ella.
- ¿Puedo encenderla? ¡Anda di que si! –rogó Lucas, pero Cris se le adelanto. – Idiota.
- Fisgón –masculló el otro.
- Basta. Cristine ahora solo quiero que te sientes con nosotros y escuches atentamente todo lo que te voy a decir. ¿Entendido?
- Si –dije mientras me sentaba cerca de la fogata, al lado de Sam.
- Hola brujita. ¿Ya lo sabes no? –se sentó Scott a mi lado y yo me recosté de su regazo.
- Por supuesto, si no lo supiera no hubieras venido.
- Igualmente iba visitarte al rato.
- Creo que no hará falta –sonreí.
- Bueno, empecemos. Me imagino que sabes que todos los que estamos aquí somos magos y brujas.
- Pero… –miré a Rachel. Se iba a enterar si Verónica lo contaba así.
- También es una bruja, al igual que los Diamons, los Wittcher, el señor Jason a mi lado, tú y yo.
- Ah –que lenta era.
- Tranquila no hay problema. Te relataré el principio de todo esto…–Verónica se puso seria– A los magos y brujas se nos conocía desde hace bastante tiempo, en el inicio e todo esto, se nos llama Strigoi, del término romano strix que significaba búho, que también pasó a significar demonio o bruja, claro, esta es un rumor más creado en Rumania, pero nosotros no nos tenemos que igualar a ese tipo de brujas. en algunas regiones, se nos conoce como brujas diurnas y nocturnas. Se supone que las nocturnas son esencialmente malvadas, casi cercano a un demonio, mientras que las diurnas conviven sin dificultad con el resto del grupo y rara vez hacen daño, esos somos nosotros.
- Se nos comenzó a conocer alrededor de mundo, infundiendo miedo a todos los habitantes de cada pueblo, y así empezó la Santa Inquisición.
Papa Inocencio VIII, creó la llamada Santa Inquisición, el 5 de diciembre del año de 1484, con la que se legitimó la persecución de brujas, tortura y ejecución, generalmente ardiendo en la hoguera, empezando así La Inquisición a perseguir la hechicería, tanto a las brujas nocturnas, como a nosotros, las diurnas.
- Siempre termino pagando yo, lo sabia – murmuró Lucas, y Cris lo cayó
- Gracias –asintió hacia Cris. – Me imagino que has escuchado sobre la casería de brujas en Salem. Todo eso surgió alrededor de los años 1600 y 1700, donde todos sospechaban de todos, y la cacería de brujas era muy popular. Nuestros ancestros vivieron allí, todos, algunos como nuestros padres huyeron, otros murieron, y una pequeña minoría aun vive allí, en secreto. Las familias como las nuestras, se refugiaron un tiempo en Francia, y otras en Italia –miró a Rachel– Los Gómez, Wittcher, y Jason nos refugiamos un tiempo en Francia, donde vivíamos perfectamente en armonía durante más de 150 años, pero tuvimos que cambiar nuestros planes cuando los Louge (Ora familia antigua de magos y brujas) llegaron y se apoderaron del lugar, ya que eran muy hostiles, y se algunos se convirtieron en Condes y Duques cuando estuvieron allí, entre ellos y nuestros ancestros tuvieron que huir a Italia donde conocieron a otros magos.
»Conocimos a los Diamons y los Vivaldi, que nos enseñaron el tranquilo estilo de vida que tenían en Roma. Conocimos a los Chianielli, nos abrieron paso a sus conocimientos con los brazos abiertos, nos consideraban ya de su familia. Y al pasar de los años conocí a Adrians Brians, descendiente de los Chianielli, único heredero de aquella gran familia, era un mago talentoso, inteligente y muy astuto, más de todos los que pude conocer –río–. Aun heredaba y aprendía nuevos hechizos con la poca edad que tenia, y junto a todas nuestras familias creamos los libros, aquellos libros que mostraban el conocimiento de casi más de 300 años, pura sabiduría en esas páginas.
Los Louge, consientes de nuestra fama entre otros magos y brujas de Francia, se enteraron del conocimiento que teníamos en nuestras manos. Y decidimos esconderlos –dio una pausa y suspiró– si algunos de ustedes quieren irse mientras relato esto, lo entenderé.
Los Louge nos localizaron a nosotros, mas no a los libros, y asesinaron a muchos de nuestros familiares sin piedad, nuestros padres, autores de los libros. Cada uno de nosotros tuvo el deber de esconder un libro, dividiéndolo así en cinco, Adrian creó un sexto libro, aunque de eso no estamos seguros, ya que él nunca nos contó eso, pero con las pistas que te dejó creemos que sí, que era cierto, y que escribió un solo sobreviviente, tu padre Cristine. Mi padre, Benjamín Gómez, nos encontró un escondite a mi madre y a mí, mientras el salió a esconder el libro que tenía en sus manos, el estaba seguro de que no lo atraparían, tomó muchas previsiones, pero eso no fue suficiente. Murió con valentía tratando de esconder uno de los libros más peligrosos de todos, pero lo encontraron y se hicieron con el libro. Creo que el libro más peligroso que hay, tuvieron el conocimiento del asesinato, la tortura y el dolor, Los Louge se fueron extinguiendo hasta que solo quedó un descendiente.
Adrian –respiró profundo antes de continuar, sabía que venía algo feo. Me encogí ante ese sentimiento y Scott me dio un apretón en la mano, estrechando mis dedos en señal de aliento – El huyó de Italia con tu madre, y el enemigo hizo lo mismo, tu padre me alertó de esto, el sabia que ocurriría más adelante, solo quedaba una opción, reunir todos los libros y destruirlos, él sabía que se acercaba el momento de que el descendiente de los Louge, Miagmeli Logue, lo buscaría, a él y al libro.»
Tu padre fue valiente, y la enfrentó, a pesar de lo difícil que fue para el abandonarnos siguió siendo fiel a nosotros, y defendió el secreto, falleciendo. –Unas lágrimas se deslizaban por los ojos de Verónica y Rachel– Esa es toda la historia, la razón de que te hubieran mentido, y ocultado el secreto, fue por tu seguridad y la de tu madre, se que entiendes eso. Lo siento, yo fui una de las principales personas que debía de contártelo, pensé que eras débil, que no ibas a soportarlo, pero eres muy fuerte Cristie, al igual que tu padre, aunque te persigue el descendiente de Miagmeli Louge, tú sigues luchando. Ahora que sabes todo, espero que nos ayudes a encontrar el sexto libro, mientras recuperamos el quinto, los otros cuatro están a salvo, pero necesitamos tu ayuda, tu padre dejó pistas y sabemos que eres la única que puede descifrarlas.»
Cuando Verónica había terminado, sentí como me ardían los ojos, no lloré por la ausencia de mi padre, o por las demás muertes, si no por amor, el mismo que había sentido el por mi antes de irse, protegiéndome, a mí y a mi madre, solo amor. Oculté mi rostro en el pecho de Scott, quien me abrazó en señal de asentimiento, mientras sentí una mano en mi mejilla, era la de Sam, quien me entendía, siempre lo hacía. Me enjugué las lágrimas y traté de aclarar mi garganta lo más que pude para poder hablar.
- Los ayudaré, se los prometo –mi voz se quebró en la última frase.
- Gracias –dijo Verónica– Creo que ya es tarde y tienen que irse a sus casas. Yo me tengo que quedar un rato cuidando a estos gemelitos – señalo a Sam y Cris, quien me miraba preocupado.
- Adiós Cristie, nos veremos mañana – dijo Lucas. Que por primera vez estaba serio.
- Adiós – se despidió Rachel y desaparecieron.
- Me tengo que ir. Lo siento. –comenzó a decir Scott mientras me quedé sentada en el suelo, no me podía mover, me besó la frente y se despidió con Charlotte, quien tenía la cara roja, tratando de contener unas lagrimas.– Adiós.
Me quedé allí sentada, no soportaría que mi madre me viera así mientras llegaba, y no la quería esperar sola en casa. Miré a mi amiga y se sentó a mi lado.
- Si quieres te puedes quedar hoy aquí. Haremos una piyamada ¿Te parece? –me preguntó ella.
- Pero no traje piyama –balbucí mientras me limpiaba el rostro.
- No hay problema. Vuelvo en unos momentos. –se paró y no la vi mas, ya que bajé la mirada al suelo, pensé que estaba sola.
Vi una mano que se extendía en mi dirección, era la de Cris, la tomé y me ayudó a levantarme. Me sostuvo con cuidado por los hombros mientras me llevaba a la sala.
- Lo siento, sé que es bastante duro para ti todo esto, pero hay que solucionar todo esto.
- Lo sé.
- ¿Quieres cenar algo? Verónica nos está haciendo la cena.
- No, gracias. –me miró preocupado por mi respuesta mientras me senté en unos de los muebles de la sala.
- Te traeré algo de beber por lo menos.
- Está bien.
Salió de la habitación mientras yo me quedé mirando la sala, era grande, en una esquina vi un piano de color negro, no resistí la tentación, y lo que sentía en ese momento me llevó como si fuera hipnotismo propio hacia él.
Me senté en el piano mientras mis dedos comenzaron a tocar casi inconscientemente una pequeña canción de cuna, me la había compuesto mi padre hace años, cuando estaba pequeña. Siempre me hacía sentir mejor, una lágrima resbaló por mi mejilla, la dejé correr, estaba sola en ese momento, no importaba.
Sentí un tacto cálido por donde había caído mi lágrima, toqué mi mejilla y estaba la mano de Cris, a mi lado.
- Eh, aquí tienes. Te calmará un poco los nervios. –me entregó el vaso.
- Gracias –murmuré antes de beber un sorbo, sabía bien.
- Tocas hermoso el piano, no sabía que supieras.
- Oh. Lo siento, no sabía. Pensé que…
- No importa, es mío.
- ¿Tú también tocas piano?
- Si.
- Con razón Sam tienes tantas canciones de piano.
- Si, la tonta toca violín, no quiso aprender piano, al igual que yo.
- Tienen tantas cosas en común –pensé– Pero a pesar de todo, son tan diferentes.
- Si, aunque tienes sus ventajas. ¿Me permites?
- Oh. Claro –me levanté para dejarlo tocar en el piano, pero sujeto mi brazo.
- No, quédate.
Comenzó a tocar una melodía muy linda, me encantaba, no era fuerte, solo calmada. Era perfecta, angelical, hermosa. Escuchaba con atención sentada a su lado, sus manos se deslizaban por las teclas, casi parecía que solo las estuviera rosando, mis ojos se nublaron otra vez, seguro iba a llorar, el miró mi rostro y se detuvo.
- Lo siento, no sabía que no te gustaba esa.
- No, todo lo contrario. Es muy… hermosa.
- Me alegra oír eso, verás...
- ¡Hola! – saludó una vocecita conocida mientras aparecía corriendo por la sala –Me tardé un poco por que le expliqué a tu madre que te ibas a quedar aquí, y tomé algunas cosas de tu cuarto, ya sabes para la piyamada… ¿Qué hacen?
- Le enseñaba una canción a Cristine. –respondió Cristian algo cohibido mientras se levantaba.
- ¿Cuál? –preguntó Sam.
- Eh… la canción, la que aun no tiene nombre.
- ¡Aaaah! Ya sé cual, es muy linda ¿verdad Cristie?
- Si, es preciosa. –Cris sonrió radiante, aunque se había ruborizado.
- Déjame llevar eso a la cocina –tomo mi vaso que ahora se hallaba vacio mientras iba a la cocina.
- Y… ¿Qué quieres hacer primero? –preguntó Sam.
- No me digas que te vas a poner como las chicas de la tele, con ese club y esas piyamadas…
- ¡Solo es por diversión!
- De acuerdo… ya me está molestando eso de que me convenzas todo el tiempo.
- A mí me encanta. ¿Y por fin?
- Me gustaría oírte tocar violín.
- ¡Oh! Claro. Te daré un concierto especial. Espérame solo un momento…
Subió corriendo las escaleras en dirección a su cuarto, la esperé a que bajara, Verónica y Cristian habían vuelto a la sala y se sentaron conmigo.
- ¿Te sientes mejor? –preguntó Verónica.
- Si, gracias.
- ¿Dónde está Sam?
- Aquí viene a punto de darnos un concierto a los tres –dijo Cris. Al minuto llegó Sam con su violín, de color marrón oscuro, tenía unas pequeñas letras plateadas en un costado, me acerqué para leerlas mejor solo decía Sweet sinfony (Dulce sinfonía).
- Empiezo.
Se paró en el centro de la sala, y comenzó a tocar. Sus tonadas eran finas, agudas y delicadas, eran muy lindas. Me quedé escuchando atenta mientras ella tocaba, terminó la primera canción, y empezó la siguiente, era alegre, viva, contenta. Ella sonreía mientras tocaba, la música nos contagió a todos, que estábamos alegres.
A la mitad de la tonada llegó la Sra. Wchitter entrando en la sala. Parecía algo cansada, nos miró y me saludó.
- Hola Cristine, tu madre recibió una llamada en el trabajo, al parecer una chica le dijo que te ibas a quedar a dormir aquí.
- ¡Hola mamá! ¿Cristie se puede quedar hoy conmigo? –rogó Sam.
- No hace falta que lo preguntes Samantha, ya sabes la respuesta.
- ¿Es un sí?
- Siempre es bienvenida en mi casa.
- ¡Gracias mamá! Estaba en medio de un concierto ¿Quieres unirte a mis fans?
- ¿Fans? –preguntó Cristian.
- Bueno, seguidores.
- Yo no te sigo ni la sombra.
- ¡Mami! Se está metiendo conmigo –hizo puchero mientras abrazo a su mamá.
- No seas así, déjala divertirse un rato, Cristian. En realidad no puedo hija, estoy algo cansada, y ha sido un día muy largo, si quieres seré tu fan número uno mañana.
- Está bien –añadió.
- Adiós muchachos –y desapareció.
- Adiós nana –dijo Cris y todos reíamos.
Quedamos Sam, Cris y yo. Sami siguió tocando cuando Cristian se levantó y dijo:
- Vetadme de tu concierto. Estoy algo ocupado ahora, lo siento.
- Igualmente mi seguidora incondicional es Cristine ¿A que si Cristie?
- Si.
- Es mi hermana, pero aun así ¿Cómo lo soportas? –me preguntó.
- Es como mi hermana querida –dije mientras abrazaba a Sam.
- Entonces… ¡Somos hermanas! –saltaba Sam conmigo.
- Al fin te separaste de tu gemelo ¿Ah?
- ¡Bueno! ¡También eres nuestro hermano! ¡Mío y de Cristie! –hizo una mueca y cerró fuertemente los ojos.
- ¡Ni soñando! –nos guiñó un ojo y se fue.
- ¡Qué frágil!
- ¡Te escuché boba! -gritó Cris desde arriba. Solté una risilla.
- Ahora solo quedamos tú y yo. ¡Si, noche de chicas!
- Yupi –sacudí las manos fingiendo emoción.
- ¡Oh vamos! Sígueme, arriba esta tu piyama.
Sam y yo caminamos hasta su cuarto. La habitación de Sam estaba diferente, en su cama de madera clara, había otra más pequeña, al parecer era de esas camas dobles o algo así. Mi piyama y mi neceser estaban en una esquina de la cama de Sami.
Me cambié en su baño y me puse mi piyama rosa, mientras ella ya tenía puesta una casi del mismo color, lo había hecho a propósito.
- ¿Lista? ¿Qué tal si empezamos pintándonos las uñas? – salía de su baño mientras sugirió su idea.
- De acuerdo.
- ¿Es muy de colegiadas no? – reímos mientras sacaba un gran estuche repleto de pinturas, brillos y adornos para las uñas.
- Sí, pero está bien así.
- Excelente. Pásame tu mano derecha. ¿Qué tal si las combinamos con los disfraces?
- Me encanta, quiero unas arañitas en mis uñas.
- Perfecto, yo me quiero poner un gato negro en las mías.
Pasamos rato pintándonos las uñas, mientras nos colocábamos esmalte, brillo, decorado. Me aburrí un poco cuando Sam ya estaba terminando mis uñas, le pinté la cara con pintura negra.
- ¡Qué osadía!
- Si les das una mano, te toman el brazo – le recordé mientras le pintaba también su brazo derecho.
- ¡Hey! – comenzó a defenderse con brillo, por lo menos era transparente.
Duramos un rato pelando y riendo, por lo menos nos distrajimos un rato. Cuando nos miramos en el espejo estábamos todas llenas de manchitas de diferentes colores, carcajeamos otro rato mientras íbamos a lavarnos las caras y los brazos.
- ¡Arg! ¡Esta no sale! – salió Sam mientras corría al cuarto de su madre para encontrar con qué quitar la pintura morada que le dejé en la mejilla.
La esperé un rato, ya que Sam estaba buscando a ciegas en el cuarto de la Sr Wichtter, ya seguro se había dormido, ya era tarde, lo más seguro era que sí. Al momento escuché una canción de piano desde la sala, bajé a ver qué era lo que sonaba…
Hello! perdon por la tardanza... ya saben, problemas con mi pc ¡Arg! ¡Es frustrante! Aqui les dejo este cap, por los problemas que he tenido ya no se si haga la historia de Albus, ya que vi que crearon una similar hace poco :( Ah y necesito su opinion, tengo que cambiarle la edad a Cristine, y tal vez un poco el nombre, pero se pronunciara igual, casi no tiene cambio, y tendra 16 años, eh y necesito cambiarle el nombre a Cristian ¿Les parece otro nombre o lo dejo? opinen en coments, y que les parece los arreglos de la pag.
xoxoxo mari R
viernes, 8 de enero de 2010
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