Capítulo 15
Aparecí en la cocina de mi casa, esperando a mi madre allí, la busqué en la sala. Estaba entablando una conversación con Verónica quien me sonreía penosamente.
- Hola Cristine – saludó cordialmente.
- Hola Verónica.
- Entonces… ya no hay gato encerrado. Lo sabes todo, estaba hablando con tu madre precisamente sobre eso.
- Si. Me costó un poco pero ya lo sé, igualmente también sé que es una bruja, no finja – traté de decirlo lo más calmada posible, aunque me costó mucho.
- ¡Qué astuta eres! ¡Por supuesto que lo soy! No sabes cuánto me alivia que sepas eso…
- A mí también….
- Igualmente sabes que no debes decírselo a nadie ¿Cierto?
- ¿Tendría alguna otra opción? – utilice el sarcasmo, ella y mi madre rieron.
- No, creo que no. Ahora somos muy pocos, y debemos cuídanos los unos a los otros, sin decir ni una palabra.
- Soy más callada que un baúl – hice el gesto de cerrar mi boca con una mano, como si fuera un cierre y después arrojar la llave.
- Así me gusta. Parece que nos entendemos perfectamente, sintonizados todos en el mismo canal, que son…
- Los libros – terminé su frase.
- Correcto. Si estuvieras en clase ya te hubiera puesto un 10, volviendo al tema. ¿Ya a estas alturas sabes que tenemos solo cuatro libros no?
- Sí, pero ¿No eran seis?
- Sí y no. Tú tienes uno, pero no sabemos dónde lo escondió tu padre. ¡Qué precavido es ese hombre! Aunque el problema es que no se conoce su paradero, otro que lo tiene el enemigo, no sabemos cómo conseguirlos y los otros libros no te los podemos entregar aun por…
- Porque es muy peligroso para mí y mi madre. Lo sé, y el último lo tiene…
- El enemigo, claro. Los Louge – tragué en seco.
- Sí, pero es peligroso aun conseguir ese libro. Por ahora solo hay que preocuparnos por el que tu padre escondió. Piensa un poco Cristie, donde lo podría haber dejado tu padre, y dado que ya te lo he dicho todo, creo… que me tengo que ir. Nos veremos luego Cristie – se despidió rápidamente mientras ella salía de la habitación con Yess.
Me quedé aun de pie donde estaba, pensando en lo que me dijo Verónica, no sabía nada donde podría estar ese libro, no tenía la menor duda. Solo pensar, era lo que tenía que hacer.
En es momento llegó Yess y me abrazó con ternura, mientras me besó la cabeza, me abrazaba tan fuerte que no podía respirar.
- Eh, mamá, creo que me voy a asfixiar. – le dije.
- Oh, lo siento. Estoy tan feliz de que sepas todo mi princesita.
- Pero… una pregunta… ¿Tu eres también, una… bruja?
- No. Solo tu padre. Nunca tuve esos dones que tienen ustedes.
- Oh, yo pensé…
- No tranquila, simplemente no están.
- ¿Sabes alguna pista de donde podría estar ese libro?
- No, pensé que tal vez tu padre te lo diría directamente.
- No. El pensaría que alguien se podría enterar muy fácil, al igual que nosotros.
- El enemigo – me estremecí. Se acarició el cabello al notar mi miedo.
- No te pasará nada cielo.
- No tengo miedo por mí, si no por ti.
- Nadie nos va a separar, eso te lo prometo.
- Gracias – mi madre siempre sabía que decir en todo momento.
Cenamos mientras veíamos la tele, ella puso documental de Animal Planet, nos gustaba a ambas el programa que pasaban a esa hora. Nos quedamos en silencio unos momentos mientras pasaban comerciales, ya había terminado el programa y empezaba uno nuevo, yo dije:
- ¿Mamá?
- ¿Si cielo?
- Me preguntaba si en mi cumpleaños mi amiga Samantha se puede quedar aquí – hice la pegunta algo formal
- Si, su madre llamó hace un par de horas. Si Cristie, al igual que la fiesta.
- ¿¡Fiesta!? – exclamé, miré a mi madre a los ojos mientras le rogaba casi en un susurro – no lo hagas, no dejes que Sami se salga con la suya.
- Ya la dejé.
- ¡Por favor! Si me quieres cancela eso, por favor no lo permitas.
- Lo hago porque te quiero, y te viene bien divertirte un rato.
- ¡No, tú y Sam son imposibles!
- Ja, ja, ja. También te quiero Cristie. Voy a trabajar un rato con unos papeles que aun no he firmado y luego me iré a la cama, no te acuestes tan tarde.
- Claro mamá.
Subí a mi habitación para dejarme caer en mi cama, ¡Qué día tan largo! Aunque divertido, me gustaba sentirme así, me sentía acompañada, no me sentía sola, aquella luz iluminaba toda mi vida, mostrándome en especial a las personas que tengo a mi lado, ¡Que suertuda soy! Pensé. Mi vida había cambiado, pero no para mal, si no para mejorar, todo lo que cabía en mi cabeza era lo mismo que en mi corazón, ellos.
Ellos, mi madre, mis amigos. Sam, Cris, Lucas, Scott, Charlotte, Verónica… todos y cada uno de ellos, los amaba, simplemente los amaba. Jugué un rato con las cosas que estaban a mi alrededor, como mi móvil de estrellas que colgaba en mi cuarto, lo hacía mover, bailar de un lado al otro, como las olas del mar, hice un teatro con mis peluches, los hacía bailar, saltar y moverse de un lado al otro, como títeres, solo que estos no tenían hilos.
Me cepillé mi cabello durante varios minutos sin usar mi mano, solo lo levitaba con magia, era algo tonto hacer eso, pero me agradaba sentirlo, el peine se quedó atascado en unos de mis mechones y me jaló el cabello.
- Mala idea – murmuré para mí misma.
Seguí acostada en mi cama, pensando en el día de hoy, las risas, los juegos, mis amigos. Extrañaba eso, y ahora era mejor, mucho mejor que antes. Ahora si podía pasar todo el día con ellos, sonreí ante esa idea, ya que los vería mañana, me reí un rato al ver la cara de Lucas cuando se acercó esa tarde a nosotras lleno de barro.
Esos recuerdos llenaban mi mente, Sami riendo a mi lado, Scott sonriéndome, Lucas tan payaso como siempre, y Cris, aun me sentía algo extrañada cuando me encontró en mi escondite en el claro, fue tan raro, pero me gustó, ¡Imposible! Solo debía ser la emoción, igualmente me reí al rato cuando vi a todos juntos, seguro que era eso, la alegría.
Me cambié de ropa y me aseé antes de irme a dormir, estaba algo cansada. Aun tenía esa tonta sonrisa que no quería salir de mi rostro, seguro que dormí con ella.
Esa noche dormí feliz, si hubiera recordado mis sueños, seguro serian las imágenes de viví ayer.
Desperté temprano, volví mi mirada por todo mi cuarto para buscar a Sam, no había estado esperándome, seguro estaría durmiendo, como si tuviera todo el tiempo libre para despertarme todos los días. Me lavé la cara, me cepillé y me desenredé el cabello antes de bajar a la cocina.
No me había equivocado del todo, Sam estaba esperándome con una sonrisa burlona que ocultaba algo, no había estado en mi cuarto, pero estaba en la cocina, cerca. Mi madre estaba preparando el desayuno antes de voltear a verme y sonreír, luego volvió a su tarea mientras yo miraba con recelo a Sam, para ver que ocultaba.
- ¿Ahora eres mi despertador? – pregunté mientras ella sonreía y miraba su reloj.
- Buenos días, con eso basta. Aunque son las 10: 07 a.m
- ¡Oh, que exacta! Aunque en los noticieros te dicen la hora y el clima.
- Entonces ve a la televisión y quédate viendo el clima – escuché como se encendía la televisión.
- Bueno…
- ¡Cristie! Me lastimas – fingió llorar.
- ¡Oh, tonta! Siempre serás mi reloj favorito.
- ¿En serio?
- Claro, eres el único reloj que me dice que todo me luce bien.
- ¡Por supuesto! ¡Come! – me ordenó mientras mi mamá ponía el plato en la mesa.
- Buenos días mamá – saludé
- Buenos días hija. Mejor desayuna antes de que la señorita te asesine, ya me contó sus planes.
- Oh. No queremos una asesina en serie en esta casa – comencé a tragar rápidamente mi comida antes de que Sam me apurara.
- Bueno, ¿ya terminaste? ¿sí? Veo el plato vacio, ¡Vamos!
- ¡Cálmate Sam! Si vamos a ir, pero espérate…
Subí a mi cuarto a arreglarme lo más rápido que pude, ya que mi amiga sería capaz de vestirme ella misma. Me estaba esperando en la sala caminando de un lado al otro, cuando me vio pegó un saltito y dijo:
- ¡Perfecto!
- Si, lo sé…. ¿Nos vamos? – le señale la puerta mientras la abría.
- ¿Qué? Eso es para los que no tienen prisa, además cuando se tiene magia…
- ¿Todo es posible? – enarqué una ceja.
- Ja, ja, ja ¡Así se habla! Sujeta mi mano
- ¿Para qué? – ya nos habíamos desaparecido.
Estábamos en unos de los baños del centro comercial, lo sabía. Esperamos a que una señora terminara de verse en el espejo para salir sin ser vistas, cuando salió mi amiga preguntó:
- ¿Sabías que tu fiesta es de Hallowen no?
- Si. Lo sé pero…
- No, no, no – me calló con un dedo sobre mi boca – solo hace falta conseguir…
- ¡Disfraces!
- ¡Qué buena idea!
- ¿Lo hiciste a propósito no?
- ¿Tú qué crees?
- ¡Qué sabías eres, amiga mía!
- Lo sé… sígueme!
Pasamos de tienda en tienda, algunas ya tenían pancartas de Halloween por todas partes. Samantha me jaló de la mano de pronto y corrió a un grupo de chicos que estaban sentados en las bancas.
- ¡Damián! – lo saludé. ¡Tenía tanto tiempo que no hablaba con él!
- Hola Cristie. ¿Cómo te va? Escuche que muy bien – le dio un codazo a Lucas que se encontraba a su derecha.
- ¿Qué onda niña?
- Hola bobo
- Hola – saludó Cristian cerca de mí con una mirada apenada.
- ¡Qué casualidad! Cristie y yo veníamos a comprar unos disfraces para Halloween. – dijo Sam.
- ¿En serio? ¡Igual nosotros! ¡Qué coincidencia! – no me gustaba el tono con el que hablo Lucas, y mucho menos esa sonrisita malvada.
- Aun no se qué disfraz puedo usar… pensaba en un médico de morgue, o en vampiro, o cantante, o…
- Abogado… ¡Que aburrido! Por favor Dam, ten más imaginación – exclamó Lucas.
- Pareces un niño en Navidad con esto del Hallowen – le dije.
- ¿Y tú no? Se supone que es tu cumpleaños.
- Sí, pero no soy muy fiestera – eso era cierto.
- ¡Ten más espíritu de Hallowen!
- Ah, ya te descubrí el disfraz, no tienes el factor de la sorpresa.
- ¡No! ¿En serio? A ver si sabes…
- De payaso, un zombie payaso, que no deja de molestar hasta la muerte.
- ¡Qué raro la chica cenicienta! – exclamo Lucas - ¿Y el príncipe azul? No veo que tenga tu zapatilla de cristal.
- ¿Por qué no te disfrazas de mimo y así te callas un buen rato?
- Me encanta esa idea, Cris – dije.
- Bueno… ¡me la tengo que llevar un rato! Nos vemos luego.
- ¿Pero qué? – le pregunté a mi amiga que no paraba de sonreír.
- Nada.
Caminamos hasta una tienda de disfraces, pero había muchas hadas, princesas, sirenas… Sam y yo queríamos vomitar.
- Le falta más… chispa a estos disfraces ¿no crees? – habló Sam mientras veía algunos de una esquina.
- Si. Así no tiene sentido el Halloween, con tanto rosa voy a vomitar. ¡Espera! – me acerqué a una sección que nadie veía. – Sam ¿Qué te parece si somos brujas por un rato?
- ¡Cristie! ¡Se supone que no se dice nada! – susurraba a mi lado ella, voltee los ojos y le enseñe los trajes de brujas que habían allí – Ah, lo siento.
Sam tomó uno estilo bruja de Las Vegas, yo me medí uno de bruja de siglo XVIII, me gustaba, el vestido era clásico, pero parecía que me llegaba casi a las rodillas, mientras tenía una larga capa negra, era ajustado en la parte de arriba como un corcel blanco con detalles y destellos plateados, y suelto hasta más arriba de las rodillas de color bronce, me gustaba los detalles finales. Tenía un sombrero puntiagudo que hacia juego, era negro con una cinta plateada. Tenía unas botas negras que me llegaban casi hasta las rodillas.
- ¿Qué te parece? – le pregunté a Sam mientras salía del probador para que ella me viera.
- ¡Es perfecto para ti! ¿Seguro que no es de princesa? ¡Es precioso!
- ¿Para ver el que escogiste? – me enseñó el traje, era un juego de sombrero cuadrado de color plateado, una camisa del mismo color con detalles dorados, unos shorts morados que combinaban con la cinta del sombrero junto a unas botas negras. - ¡Oh, está muy de Las Vegas!
- Si, ¿Genial no?
- Estupendo.
Antes de pagar vi un antifaz plateado con líneas negras y destellos dorados, tenía que ser mío, quedaría perfecto con el disfraz. Jalé a Sam para que lo viera, asintió sonriente y busco una para ella, tomó una morado con círculos plateados, ¡Estaba genial! Y pagamos juntas nuestros disfraces.
Salimos de la tienda sonriendo mientras discutíamos del maquillaje que iba con eso, tenían que ser colores llamativos, sin duda alguna. Habían un grupo de chicas vestidas iguales, con unos estúpidos ponchos encima, parecían de payasos, solo tenían una horrible etiqueta con el nombre de marca. ¿Qué le veían a eso? Ni si quiera era bonito.
- Creo que nos están mirando – dijo Sam sonriendo. – Gracias a Dios que no me dejo llevar por las influencias.
- Arg, la moda es la peor de las pestes – mascullé – Solo te pones algo que miles de personas ya tienen, no es lindo y dura un tiempo. ¿A caso les he imposible tener una personalidad propia?
- Así es la vida. – rió ella mientras las chicas nos miraban con petulancia, ambas reíamos esta vez.
- Y las personas – la corregí.
- Y el chisme la peor de las blasfemias – masculló Sam mientras las chicas murmuraban algo, las ignoramos y seguimos caminando.
Vimos a Cristian, Lucas y Damián a lo lejos con bolsas también, ya tenían sus disfraces al igual que el mío.
- Y ¿Qué haremos contigo brujita? – se me acercó Lucas.
- ¿Qué te pasa bobito?
- Era tan predecible saber tu disfraz…
- ¡Claro que no!
- ¿En serio? – el contenido de mi bolsa se movió un poco.
- ¿Cómo sabes?
- Se te olvida que tengo a mi lado a un amigo… “Chismoso” – hizo con las manos unas comillas imaginarias en el aire. Chismoso le quedaba perfecto a Cris, podía escuchar más que bien, pero era obvio que Lucas no iba a decir nada delante de Damián, el no sabía nada, y no podría saber nunca, el no era mago.
- Chismoso, ¿Por qué me arruinaste mi sorpresa? - llamé a Cris despectivamente.
- ¿Qué? Oh, lo siento, solo lo comente porque lo escuché y Lucas… - se volvió hacia Lucas y le dio un manotazo en la cabeza.
- ¿Cuándo vas a dejar de sacarme la cabeza?
- Cuando dejes de ser tan irritante.
- No soy irritante, solo estoy ayudando ¿Mas obvio no puede ser?
- Cállate – masculló Cris.
Caminamos a la casa de los Wittcher mientras hablábamos sobre las decoraciones de Halloween adelantadas que tenían algunas casas del vecindario.
Cuando llegamos Sami tocó el timbre y nos abrieron la puerta, pensé al momento que era la madre de Sam, pero nos atendió Verónica, que se hallaba dentro de la casa.
- Hola chicos, su madre salió un rato con Yessica y me pidió que los cuidara un rato.
- ¿Qué? ¿Una niñera? – exclamó Lucas.
- Si, para inmaduros como tu – le espetó Sam y Lucas se saco la lengua. Entramos mientras ella hablaba cortésmente con nosotros.
- Ya, pasen. Yo tengo que cuidarlos el día de hoy, ya que Yessica y Wittcher salieron por un asunto de negocio un rato.
- Ah. – contesté yo - ¿No sabes a la hora que llega?
- No. Solo sé que llegan tarde.
- Genial, ahora nos ven caras de bebes.
- Tampoco me agradó la idea. – Cristian gruñó – Ah tienen visitas.
- ¿Quiénes? – pregunté a Cristian que había sentido a las personas que estaban adentro. Miró al suelo y no respondió.
- Los Diamons, y Rachel.
- ¿Rachel?
- Si, por favor entren.
Entramos en la estancia, en la sala estaba Scott y Charlotte sentados en uno de los muebles, y una chica de cabello rubio claro estaba al final de la estancia sentada en el ultimo mueble. Era la misma chica que había visto el otro día con Verónica.
- Cristie me imagino que conocerás a los Diamons a estas alturas.
- Si. Hola Scott, hola Charlotte.
- ¡Hola Cristie! – me saludó Scott con una sonrisa radiante y se acercó a abrazarme en mi encuentro.
- Hola – saludó Charlotte mientras sonreía nerviosa.
- Bien – prosiguió Verónica – Te presento a Rachel Vivaldi, ella ya tiene tiempo aquí en Heauston, aunque asegura haberte conocido antes en Texas.
- Hola Cristine – saludó la chica. ¡Ahora la recordaba! Su padre fue una vez a visitarnos cuando vivíamos en Texas, ella y yo jugamos una temporada.
- Hola Rachel. Cuanto tiempo sin verte – sonreí.
- Ya que todos se conocen ¿Por qué no van a jugar afuera?
- ¡Futbol! – exclamó Lucas y Damián aplaudió. La mayoría de los chicos habían salido al jardín mientras Sam, Cris y yo miramos a Verónica que se sentaba en el centro de la sala.
- ¿Y qué vas a hacer tú? – preguntó Cristian.
- Ah, que descortés de mi parte. Me voy a quedar viendo tele si no les importa, a esta hora pasan mi novela favorita, son las 4:00 ¿no? Ah, excelente, como todos están de acuerdo, vayan, jueguen un rato.
Todos nos quedamos en silencio y salimos al jardín. Al parecer ya habían empezado a formar equipos, Lucas le lanzó el balón a Cris y le gritó:
- ¡Cris! Serás el capitán
- ¡Yo también! – saltó Sam a su lado. Vi que Rachel se sentaba bajo la sombra de un árbol, me acerqué a ella.
- ¿No vas a jugar?
- El futbol no se me da muy bien – hizo una sonrisa forzada.
- Si quieres me quedo contigo.
- Si, gracias.
- ¡Cristie! ¡Ven a mi equipo! – me llamó Sami dando saltitos.
- Me voy a quedar aquí con Rachel, lo siento Sami.
- ¡No será lo mismo sin ti! ¡Me llevo a Scott!
- Escojo a Charlotte
- Entonces me llevo a Damián. ¡Listo! A jugar.
- ¿Y las porterías? – preguntó Damián.
- Eh, son los entre esos dos árboles del fondo – señalo Cristian – y donde estoy yo. Soy el portero.
- Yo también – dijo Damián.
- ¡Empecemos! – gritó Sami.
Los chicos empezaron a jugar con emoción, Scott parecía estar en perfecta sincronía con Sami, me pareció algo exagerado, como si se leyeran las mentes, y trataba de meterle un gol a Cris, pero cada vez que lo intentaba, lo sentía cerca y lo detenía. Estaba reñido el juego, Charlotte corría muy rápido, y Damián pateaba fuerte, era obvio ya que el tenía practica de futbol todos los fines de semana, Lucas también corría rápido, y tenias sus técnicas, según el claro, solo trataba de variar cuando le pasaba el balón a Charlotte. Scott al fin pudo marcar un gol le sacó la lengua a su hermana quien le volteó los ojos y le enarco una ceja a Cristian, quien gruñó, Lucas se irritaba y pataleaba el suelo como un bebe y Sam brincaba como si el suelo fuera de lava o no quisiera tocarlo.
Me quedé conversando con Rachel, que al parecer después de su visita a Texas, volvió a Italia un par de años, donde vivía en ese entonces y luego vino aquí. Hablamos un rato sobre el colegio, ella estaba en otro año, ya que era solo un año menor que yo, aunque eran solo un par de meses, ella cumplía en enero. Sonreía al ver a los chicos jugar, me imaginaba lo triste que era para ella eso, porque vino sola de Italia, ya que sus padres no estaban, su madre murió enferma cuando ella era una niña y su padre falleció unos años después, ahora solo vivía con su nana, que era como su compañera, madre sustituta y soporte.
- Se divierten mucho – agregó mientras los miraba a todos.
- Si. El juego va reñido. – dije cuando Lucas anotó un gol y se burlaba se Scott, y este le dio un balonazo en la cabeza y el payaso se cayó al suelo. Ambas reímos.
- Van siete a cinco, a favor de Samantha.
- Oh, a Cristian lo están haciendo polvo – el chico escuchó mi comentario y me miró petulante. - ¡Ups! – sonrió y volvió al juego.
- Veo que son muy competitivos, ¿no?
- Si, se divierten así.
- Como has cambiado Cristine, bueno, como te recordaba de niña.
- Sí, eso creo. Pero por favor dime Cristie, estas en confianza.
- Oh, gracias – miró al suelo un momento y nos quedamos en silencio.
Seguimos viendo el juego, ya estaban casi terminando cuando estaban siete a siete, como esos momentos de suspenso en los partidos importantes, solo faltaba un punto. Lucas estaba decidido a no dejarse humillar por Sami o Scott, que le restregaban la victoria en cada gol, Damián en cambio, solo sonreía mucho y arrugaba la frente cuando el otro equipo anotaba un gol. Cristian solo estaba atento, al igual que Charlotte, no perdían la vista del balón, que lo tenía Lucas en ese momento, Scott iba a toda velocidad a quitárselo mientras lo seguía Sam.
Lucas tropezó y se cayó, yo me reí, Scott aprovechó el momento y le arrebató el balón. Lucas no se quedó así como así, le agarró un tobillo y Scott cayó también.
- ¡Hey! ¡Es trampa! – exclamó el mientras Sami se llevó el balón rápidamente.
Sam corría a toda velocidad, y Charllote no la perdía de vista mientras le bloqueaba el paso, pero mi amiga fue más inteligente y fingió comenzar a moverse a la izquierda y su intercalo hizo lo mismo, aprovechó y corrió con el balón hacia la derecha.
- Quisiera que ganara Scott – murmuré. Cristian volteó la cabeza en mi dirección y me miró ofendido, Sam aprovecho y marcó el último gol.
- ¡Gooool! – gritaba ella. - ¡Gane!
Se podía oír a lo lejos a Damián y Scott tosiendo en señal de desaprobación.
- Está bien. ¡Ganamos! – los chicos cargaban a Sam mientras me guiñaba el ojo y movía los labios, se interpretaba como un Gracias.
Lucas estaba molesto, solo regañaba a Cristian por no haber prestado atención, este solo se colocaba la mano en la cabeza, mientras Charlotte volteaba los ojos diciendo:
- Para la próxima me voy con la chica.
Al rato Damián se despidió de nosotros, al parecer tenía que ayudar a re decorar la casa, todos entendimos y lo despedimos.
Esperamos todos nos sentamos en el suelo, hablando sobre el partido, y Lucas todavía refunfuñando su derrota. Antes de que formaran un pleito llegó Verónica, y nos sonrió a todos.
- Buen partido. Lo vi desde la ventana – dijo ella. - ¿Qué tal si ponemos a esta señorita al tanto? – me señalo mientras miraba a los demás, ellos asintieron.
Movió un par de rocas y las colocó en forma de círculo, levitó algunos troncos y los puso adentro.
- Ya veo que tienen los disfraces. Entonces todos van a la fiesta de la escuela ¿no? – comentó Verónica para romper el hielo.
- No, vamos a la de Cristie, ya que cumple años en Halloween – dijo Sam.
- Además que las de la escuela son un asco – dijo Lucas.
- Yo organicé una de ellas – se defendió Verónica aludida.
- Todas menos la tuya, igualmente no habíamos llegado para esa fecha ¿Lo recuerdas?
- Oh, cierto.
- ¿Pensé que ustedes estudiaban aquí toda su vida?
- No, solo hace un año antes de que llegaras. Estaba planeado.
- ¿Planeado?
- ¿Aun no le han contado? – preguntó Verónica. Mis amigos negaron con la cabeza y ella volteó los ojos – Ven Cristine, creo que me toca a mi contarte las historias.
- ¡Yupi! ¿Con fogata como la vez pasada no?
- ¿Ves pasada?
Halo!! Oh! Al fin pude entrar! Me estaba muriendo! No quería entrar otra vez la pag!, al fin! Aquí les dejo este cap, por fis tengan paciencia con los dos otros blogs, cuando solucione todo les haré saber de inmediato!
Espero que les guste este cap
Xoxo mari R☆★
miércoles, 6 de enero de 2010
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