Capítulo 1.
Mi nombre es Cristine Merry Brians, pero todos me dicen Cristie, desde que tengo memoria, soy la típica adolescente de 15 años, según mi madre- Yessica, a la cual todos le dicen Yess- todavía soy una niña pasando la temible “etapa de crecimiento”, lo cual también me atemorizaba cuando me daba sus charlas de mujer a mujer. Algunas veces a Yess le daban arrebatos de locura sobre que actividades podemos hacer como madre e hija, yo solo aceptaba con una pequeña sonrisa todas las fases alocadas de mi madre como ir de compras, y elegir todo lo que a ella le gustara, y descartaba todo lo que según ella todo lo que no me quedaba bien- que casualmente terminaban siendo camisas que dejaban ver el ombligo y minifaldas- o cuando nos inscribió a un curso de comida italiana.
Mi nombre es Cristine Merry Brians, pero todos me dicen Cristie, desde que tengo memoria, soy la típica adolescente de 15 años, según mi madre- Yessica, a la cual todos le dicen Yess- todavía soy una niña pasando la temible “etapa de crecimiento”, lo cual también me atemorizaba cuando me daba sus charlas de mujer a mujer. Algunas veces a Yess le daban arrebatos de locura sobre que actividades podemos hacer como madre e hija, yo solo aceptaba con una pequeña sonrisa todas las fases alocadas de mi madre como ir de compras, y elegir todo lo que a ella le gustara, y descartaba todo lo que según ella todo lo que no me quedaba bien- que casualmente terminaban siendo camisas que dejaban ver el ombligo y minifaldas- o cuando nos inscribió a un curso de comida italiana.
Debo admitir que comencé a ser más unida con mi madre desde que falleció mi padre Adrian hace un año por cáncer en el estómago, aunque mi familia y yo nos enteramos tarde como para hacer algo al respecto, el lo acepto con mucha facilidad y disfruto sus dos meses de vida feliz y despreocupado, esperando que al ver la muerte le resultara todo más fácil, como visitar a un viejo amigo que te estaba esperando.
Ahora tengo que empezar mi nueva vida en Atlanta, lo cual no me importo mucho hasta ahora, ya que mi mamá cree haber sentido una “presencia paranormal” o algo por estilo en nuestro antiguo hogar en Texas, yo no creo mucho en fantasmas o espíritus que andan por los cementerios o casas abandonadas, o cosas por el estilo. Yo solo acepte el cambio de mi hogar a mi “nuevo” hogar con otra sonrisa forzada, solo para hacer feliz a Yess.
La relación de Yess y la mía no eran tan perfectas, pero estaban muy bien así. No somos idénticas en el físico claro está, ya que yo soy de tez blanca,-o debería decir tez muy blanca, casi imposible de broncear- cabello castaño claro, ondulado, con el rostro perfilado, muy parecidos a mi padre. Aunque debía admitir que si herede algo de mi mamá, que eran sus ojos grises, sus típicos ojos grises que son tan fáciles de leer que casi pareces estar leyendo su mente, y claro, sería un verdadero descuido olvidar lo fácil que nos ruborizamos las dos. Mi madre era alta, de tez blanca, colorida, muy fácil de ruborizar, de cabello castaño claro liso y corto, de cara redondeada. Pero en el carácter éramos casi exactamente iguales, nos enojamos exactamente igual, tenemos los mismos hábitos, como comer nuestro antojo favorito los domingos que es el Sushi, o leer y tocar música, ella toca guitarra, mientras que yo solo se tocar el piano -lo cual aprendí muy fácil gracias a ella-. Pero también están esos malos hábitos tan conocidos de nosotras, como ser exageradamente descuidadas, o no poder decir mentiras, ya que aunque las dijéramos, terminaría siendo peor, porque nos delatamos con la mirada, aun así he tenido una buena relación con ella durante 15 años…